jueves, 12 de septiembre de 2013


Roberto Abugattás:

Un atleta máster ejemplar

 

              Fotografía: Hernán Morán Euribe

Conocí a Roberto Abugattás hace muchos, muchos años, cuando yo practicaba atletismo escolar representando a la Gran Unidad Escolar Hipólito Unanue en el antiguo Estadio Nacional. Roberto ya era un atleta conocido y en poco tiempo empezaría a darle lauros al Perú en diversos campeonatos: sudamericanos, panamericanos, mundiales.


Su medallero es inacabable: tres veces campeón sudamericano, tres veces segundo, una vez tercero en esas competencias. Es el único atleta de los países bolivarianos en obtener cinco medallas  en juegos bolivarianos consecutivos esto es en los juegos bolivarianos  de 1961, 1965, 1970,1973 y 1977.  A estos logros suma una medalla de  bronce en el Panamericano 1967 en Winnipeg, Canadá.

Dos veces asistió a olimpiadas, en Japón y México. Tercero en el Mundial Universitario de Porto Alegre en 1963. Exactamente hace 50 años y debe volver a traer medalla de oro en la misma ciudad en octubre próximo en el Máster de su categoría.

La lista no acabaí: Subcampeón Iberoamericano  en España 1962,  batió en cinco oportunidades el récord sudamericano, en once oportunidades el récord nacional y en 17 oportunidades fue campeón nacional.

Uno diría que ya es bastante, pero en competiciones máster, Roberto es inacabable: el 2011 fue campeón mundial 65- m. Y nos falta nombrar otros tantos torneos internacionales como el Barón Pier de Coubertin, o el del Club Venados de Puebla, México o su participación múltiple en el Gálvez Chipoco, siempre con oro. Ha competido por el Perú en 68 oportunidades.

Hoy entrena a un grupo de atletas máster en el que participo y, con absoluto desprendimiento, no sólo nos brinda su sapiencia y su tiempo, sino los materiales para entrenar: colchonetas, pesas, diversos implementos. Es un creyente devoto y ejemplo de vida.

Este artículo no sólo es para agradecerle esta buena acción, sino para reclamar que de una vez por todas, el atletismo máster que él encarna como su más alto representante (es nada menos que actual campeón mundial), reciba los estímulos y la ayuda que merece.

En general, un atleta máster no sólo empezó hace mucho tiempo, sino que continúa imparable y sin ayuda, como un perfecto desconocido y dejando el sudor por representar a nuestro país. Cuando gana, nadie grita ¡Gol! ni emociona a la televisión ni a los diarios. Pero ahí está, con P de Patria.
 
-¿Cuándo empezaste, qué significa el deporte en tu vida?

El deporte ha formado siempre parte de mí. Practicarlo me ha concedido disciplina, seguridad; sobre todo, salud. De hecho, me ha prevenido de muchas enfermedades. Es verdad ese dicho: “Mente sana en cuerpo sano”.

Es una forma de vida. Una relación entre tú, tu vida, la naturaleza, considerando el ser humano como tripartito: espíritu, alma y cuerpo,

y una relación directa con el Creador.

-¿Qué disciplinas practicas?

Varias, pero mis inquietudes giran en torno al atletismo, porque practico salto alto. Mis mejores marcas están allí, pero también velocidad, vallas, salto largo y disco. Ah, todos los sábados fulbito. El fulbito es exigente, hay que tener buen físico para jugarlo una hora y un poquito más, pero no exagero.

-¿Cuál es tu ritmo de preparación?

Tres a cuatro veces por semana, de una hora quince a dos horas cada día. En realidad mis prácticas son colectivas, con el grupo  máster. Las practicas colectivas sirven además para intercambiar opiniones, puntos de vista, temas diversos entre nosotros, porque el grupo es muy matizado.?

-¿Cómo te fue en el último Mundial Máster?

En el mundial de Sacramento, el 2011, gané medalla de oro con mi marca de un metro 58. Ahora me estoy preparando para el mundial 2012  de Porto Alegre. Será en octubre.

-¿Y en el Nacional?

En el Nacional Máster no estuve bien. Solo salté uno 35. Unos días antes el entusiasmo me llevó a un fuerte trabajo con sentadillas y ranas que me desenchufó las piernas del tórax. Parecían piernas de otro cuerpo. Espero recuperarme pronto.

-Cuál es tu opinión sobre el trabajo del IPD y cuáles son tus sugerencias para el manejo del deporte en el Perú.

 

No existe ni la más remota ayuda. Peor aún: se desconoce al atleta máster. Para ellos el máster no es atleta, sino una persona en busca de recreación , Se está conversando actualmente con los nuevos directivos de la Federación para anexar al atleta máster en  una categoría, así como existen las categorías infantil , menores, juvenil, sub 19, sub 20 , sub 23.

El deporte que reina y el que peor nos deja es el fútbol. Ellos tienen corona. La práctica deportiva para nosotros es muy desalentadora. Los máster debiéramos ser un ejemplo constante de todas las categorías. Que se le discrimine ocurre solamente en el Perú.
(

lunes, 2 de septiembre de 2013


Breve historia de las aureolas decoloradas
Por Gabriel Niezen Matos
Asimov, inicia su libro Qué es la ciencia, así: “Y al principio fue curiosidad (…)”.  La curiosidad llevó al ingeniero agrónomo Carlos Petrovich, hace 50 años, a persistir en una observación: una aureola decolorada en las hojas de los cultivos de algodón y de otras plantas, que le llamó la atención y sospechó que podría tratarse de una deficiencia de algún elemento en la fertilización, pues solamente se usaba nitrógeno y fósforo en el abonamiento  de los suelos.
Visitó, entonces, varias haciendas de los valles de Ica y Chincha, para constatar si ese problema ocurría en más plantaciones. Y así fue, faltaba algún elemento, porque las plantas mostraban anormalidades, por lo general, relacionadas con el crecimiento.
En unas percibió clorosis, color amarillento y quemaduras marginales en las hojas medias y bajas de la planta.  En otras, crecimiento lento o retrasado. Pensó de inmediato en el potasio, un catalizador importante de crecimiento en las plantas. El primer supuesto que formuló fue que las plantas deficientes en potasio tendrían un retraso en el crecimiento.
Persistió en esa línea de observaciones y notó tolerancia disminuida a los cambios de temperatura y estrés hídrico, porque la deficiencia de potasio se traduce en menos agua que circula en la planta. Como resultado, la planta sería más susceptible al estrés hídrico y a cambios de temperatura.
Luego, constató defoliación y persistió en sus hipótesis, pensó que si no se corregía esta anomalía, las plantas deficientes en potasio perderían sus hojas antes de lo debido. Y este proceso constató que se repetía en cada lugar que visitaba y que las hojas mostraban color amarillo marrón y se desprendían una a una de las plantas.
Estaba constatada la primera hipótesis y se sustentaba en otros síntomas de la deficiencia de potasio: baja resistencia a las plagas y sistema radicular débil, maduración desigual de frutas y evidenció algo que había aprendido en la Escuela de Agronomía, que la deficiencia de potasio en las plantas se detecta por su apariencia decaída o marchita y que la falta de potasio favorecía la pérdida de agua en las células.
Abordó entonces una segunda línea de observaciones. Los abonos de esa época estaban elaborados en base a elementos fosforados y nitrogenados. En verdad, fósforo y nitrógeno son también dos elementos esenciales, pero el potasio (K) es un elemento también vital para las plantas y para cualquier ser viviente, porque interviene en procesos de la fotosíntesis, en procesos químicos dentro de las células, y contribuye al mantenimiento del agua en las células.
¿Pero cómo podría conocer sobre la deficiencia de potasio, un ingeniero agrónomo, en 1950, cuando no existían laboratorios ni instrumental apropiado para certificarlo?
El azar lo llevó a conocer al doctor Alberto Van Ordt León, a quien visitaba algunas veces en el antiguo Hospital Obrero (hoy Almenara). Pero en esa visita el doctor Van Ordt le pidió que lo acompañara a su laboratorio, porque debía procesar un análisis de orina de uno de sus pacientes con un fotómetro de llama.
En la conversación, de pronto, el médico sugirió que su paciente presentaba exceso de potasio.  El ingeniero Petrovich le comentó sus observaciones en las tierras iqueñas y le preguntó si era posible analizar con esa máquina la falta de potasio en los suelos.
-          No es lo mismo, pero es posible- le respondió el médico. Sólo se trata de obtener una solución y rastrearla. Pero para el caso que señalas habría que obtener  muestras desde la sierra hasta la costa para delimitar este- oeste, y en los límites norte y sur de Ica. Esa no es tarea fácil. Un cuerpo humano es pequeño, la extensión de ese terreno es enorme.
El doctor Van Ordt le sugirió la posibilidad de constatar la falta de potasio en los terrenos, tomando muestras y procesándolas con una solución semiácida (ácido sulfúrico diluido mezclado con la tierra de cada muestra). Esa solución luego se centrifugaba y se quemaba en el fotómetro y la máquina marcaba la existencia o no de niveles de potasio asimilable.
Ahora faltaba el trabajo de campo. Petrovich organizó un equipo y determinaron la cartografía por hectárea de toda la extensión de las tierras, desde el nacimiento del valle Ica, en Tiraxi, hasta la desembocadura del río Ica en el mar. Se requerían 600 muestras que fueron determinadas en la cartografía por hectáreas.
Las muestras de superficie se obtenían a 30 centímetros de excavación; las del subsuelo, de 30 a 60, según el terreno. El 90 por ciento de las raíces de la planta están en suelo, el resto en el subsuelo.
Durante varios meses trotó a lomo de caballo por todo Ica, desde las estribaciones serranas, hasta la costa y consiguió sus 600 muestras Pero ahora surgía su carencia principal, la del fotómetro de llama. En el laboratorio del hospital Almenara podría procesar una que otra, no las seiscientas. Requería su propio fotómetro.
Conversó con Guillermo Picasso, en ese tiempo Presidente de la Asociación de Agricultores de Ica, para conseguir ese equipo y lo entusiasmó con la promesa de que si este análisis resultaba podría elevarse  la productividad en un gran porcentaje con una pequeña inversión que, en realidad, no era tan pequeña. A costos actuales, alrededor de seis mil dólares. Para un hombre de negocios el asunto era de suma, resta y multiplicación. Entonces, accedió.
El aparato no se conseguía en Lima, había que importarlo de Europa. Encontró una importadora (Kessel) que se encargaría de traerlo, y tardó más de dos meses en llegar. Cuando lo tuvieron, el doctor Van Ordt sugirió algunos nombres de trabajadores del Almenara para que ayudaran en la instalación y los procedimientos.
Ahora  se trataba de determinar, de una manera sencilla, precisa y económica la concentración de elementos alcalinos en soluciones acuosas en el análisis de proceso y de laboratorio.
El resultado fue el esperado, en todo el valle se registraba la falta del potasio asimilable. Era la razón por la cual la productividad esperada no se alcanzaba. Lo que vino después fue una especie de pequeña revolución agrícola en el valle. Se adicionó potasio al abono y desde ese año las cosechas alcanzaron niveles superiores.
Un manto de olvido cubrió luego, por cincuenta años, este descubrimiento. Hasta que en una conversación, el ingeniero Petrovich me contó la historia y me pidió no difundirla. Cosa que incumplo, porque de hechos como este está sembrado el bosque del olvido en nuestro país. Son cincuenta años que merecen celebrarse de otro modo.

sábado, 18 de julio de 2009

El universo de Paul Auster

A lo largo de treinta años, Paul Auster ha ido creando un peculiar universo literario en el que explora la mente humana, la soledad, la violencia –sicológica y la otra-, la búsqueda de la felicidad y la incertidumbre, los fracasos y los tumbos que nos acompañan y de los que debemos levantarnos. Ajeno a la narración fácil y a la literatura light que está tan de moda, Auster no requiere del escándalo ni de la pornografía encubierta para haberr alcanzado el lugar que ocupa en la narrativa contemporánea.
En “El país de las últimas cosas, Anna Blume detalla, en una carta a su novio, lo que le ocurre en una ciudad innominada. Ella ha ido a ese lugar para ubicar a William, su hermano y lo que descubre es un lugaren el que lo único que puede esperarse es la muerte: clínicas para eutanasia, clubes para el asesinato, competencias atléticas degradantes en las que el triunfo se araña con la muerte.
Las casas y las cosas desaparecen en este mundo de paranoia en el que los seres humanos están tan delgados que el viento se los lleva y la vida es tan, pero tan dura, que los niños se niegan a nacer y los negocios florecientes giran alrededor de la muerte y hay desde camiones organizados para recoger diariamente cadáveres hasta comercio de mierda
Anna encuentra una carta en la que su hermano lamenta haberse ido. En ese país, territorio del infierno de Dante, su hermaqno simplemente se perdió, según aseguraba su jefe del periódico en el que laboraba, Bogat.
El viaje por los meandros de la muerte lleva a un cuaderno que aparece en otros escritos de Auster, el cuaderno rojo, sobre el que, incluso existe una novela corta homónima.Anna encuentra ese cuaderno que le da algunos indicios sobre su hermano y sobre el país de las últimas cosas, pero acaba en un final abierto nada esperanzador:
“Esta es Anna Blume, tu vieja amiga, desde otro mundo. Una vez que lleguemos a nuestro destino intentaré volver a escribirte, te lo prometo”.
“La invención de la soledad”, Auster es un texto autobiográfico en el que el tema central es la muerte de su padre, de allí que sea necrológico, une especie de obituario en el que reflexiona pero que contradictoriamente esté lleno de vida. Se localiuza temporalmente en 1959y gira alrededor de la casa de su papá,, de arquitecturas maciza, vieja, de estilo Tudor, territorio propício para un hombvre de rutinas, como él era.
El texto explica la relación traumática con su padre, al que buscó siempre dentro de su alma y sólo recibió frialdad e impostaciones, pero concluye cuando halla finalmente razones por las que su propio padre fue así, como él no será y eso se lo anuncia su relación con su propio hijo.
El ritmo es intenso y Auster, como en toda su obra, apela al impulso que le dicta la razón y toca temas sin tremendismo. Creo que algo tiene que ver en obras como “La virgen de los sicarios” y “El desbarrancadero, De Fernando Ballejos y en Rosario Tijeras, de Jorge Franco Ramos, por lo menos en la temática y en la búsqueda de semilla para su territorio literario.
“El Palacio de la Luna”, Marco Stanley Fogg explora la relación con su tío Víctor, clarinetista y excéntrico, lo que le permite encarar el trabajo que consigue con un pintor paralítico que le pide escribir una biografía que desea legar a su hijo. Así, incia su viaje hacia el Oeste y la luna lo acompaña como luz única, nocturna en su periplo. Auster, aquí, sigue dando la vuelta dentro de sí mismo.
“La música del azar” trae a un Auster menos caústico, más intenso y en territorio de aventuras. Ahora se trata de Jim Nashe, al que abandona su mujer y que es auxiliado por una mediana herencia que su padre le deja al morir y que le permitirá viajar por América.
Cuando el dinero se le está acabando, conoce a un inteligente y despilfarrador jugador de póquer que lo convence para invertir lo que le queda, unos diez mil dólares, en el juego.
Pero no se trata de cualquier juego. La partida será contra unos excéntricos millonarios, Bouvard y Pecuchet.
La novela, que se inicia como un relato de aventuras, tiene aquí una escisión interesante, porque recorre la sicología del jugador, como hiciera Dovstoievski. La casa en la que juegan se convierte en una prisión, pero tal vez la propia prisión es la que el jugador libra en su mente. Esa violencia que no es violencia aparece al final, cuando la velocidad, como la velocidad dedl juego, lo deja sin apuestas.

Paul Auster y su tríptico de Nueva York

Paul Auster es uno de los novelistas contemporáneos más sólidos y está dedicado, desde una perspectiva muy personal, a explorar la interioridad humana, con la misma intensidad que lo hicieron Franz Kafka en su tiempo y ahora José Saramago, por citar dos autores que han explorado el alma humana de modo singular.
La “Trilogía de Nueva York “ está compuesta por Ciudad de Cristal, Fantasmas y La habitación cerrada. Nueva Cork en realidad aparece tangencialmente citada. Tanto la ciudad como sus habitantes, pero el micromundo que Auster explora muestra muy bien que lo que le ocurre a un hombre o a una familia le puede estar ocurriendo a toda la ciudad, a toda la humanidad.
La ciudad de cristal es una alusión que caracteriza algo frágil, que puede romperse. Si se rompe el alma de un hombre puede quebrarse también la ciudad. La historia trata sobre Quinn, un poeta que ha quedado solo por el fallecimiento de su mujer y su hijo y se dedica ahora a escribir novelas policiales. Alguien lo llama repetidas veces creyendo que es el detective Paul Auster y el mismo Auster pasa de autor a personaje. Quinn asume la identidad de Auster y acepta una reunión con el poeta (que podría ser, otra vez, el propio Auster) y comienza la intrincada trama.
El inicio es fuerte, como debe comenzar una novela:”Todo empezó por un número equivocado, el teléfono sonó tres veces en mitad de la noche y la voz al otro lado preguntó por alguien que no era él”. De Nueva Cork expresa que es “un espacio inagotable, un laberinto de interminables pasos, pero que siempre le deja la sensación de estar perdido”. Cuando Quinn va a la cita se encuentra con Meter Stillman y Virginia, su mujer, con la que Auster se envuelve. Pero el propio hijo de Quinn se llamaba Meter, como una historia repetida en espejos. Auster, o Quinn debe ubicar al padre de Stillman. Lo espera en el Metro y llegan dos Stillman. Sigue a uno de ellos. Enrevesada pero interesante historia que acaba en un cuaderno rojo que aparece en alguna otra novela de Auster, con ese mismo título. El cuaderno rojo que halla al final es todo lo que queda de Stillman y de él mismo.
La segunda novela, “Fantasmas”, es más bien un juego detectivesco, con personajes difuminados, borrosos. Los personajes son Blanco, Azul y Negro. Los tres se entreveran cuando el señor Blanco le pide a Azul que siguiera a un hombre llamado Negro. Esta historia sostenida, entretenida y rocambolesca termina como empezó, en nada: “Porque ahora es el momento en que Azul se levanta de su silla, se pone el sombrero y sale por la puerta. Y a partir de ese momento no sabemos nada”.
La tercera novela, tal vez la más sólida, es “La habitación cerrada”. En ella Auster sigue el juego de las otras dos. El narrador y Fanshawe se conocen desde niños y son dos muy buenos amigos. Casi hermanos. Fanshawe desaparece y su mujer, Sophie, llama a Quinn para que lo ubique y le entrega unas maletas con notas de su marido.
Quin de mala gana las lleva, pero luego las lee y comienza su trabajo de editar la obra del amigo, lo que dará regalías importantes a la viuda. Pero en ese trabajo se enamora de Sophie y vive con ella, hasta que Fanshawe aparece. La novela es circular porque al culminar se emparenta con la primera.
Auster realiza un impecable trabajo literario con la alquimia sabia que tienen la buenas novelas: intensidad, desarrollo sostenido, personajes fuertes, bien delineados, espacios nítidos y un final contundente.

El orden político en las sociedades en cambio

En 1968, la Yale University Press, New Haven publicó,en en inglés y en los Estados Unidos, el libro Political Order in changing societies, bajo los auspicios del Center for Internacional Afaiirs, de la misma universidad de Harvard. Unos años más tarde, en 1972, apareció la primera edición en castellano con el sugestivo título de “El orden político en las sociedades en cambio”, que ha sido reeditado por Paidos con la presentación para la segunda edición de Oscar Oszlak.
Más conocido entre nosotros por “El choque de las civilizaciones” que adelantaba la sugerente y tremenda hipótesis de que las próximas guerras serían entre culturas y no entre naciones, Hutington esboza aquí un tema central: que la causa de inestabilidad política en los países en cambio (de la tradición a la modernidad) está determinada por la velocidad del cambio social y el ascenso de nuevos grupos en el escenario de nuestros países.
Hutington maneja de modo brillante cifras, hechos, estadística a la que muchos pueden acceder pese a ser por las normas que regulan el acceso a la información oficial en los Estados Unidos, pero que en su trabajo de científico social se transforman en hipótesis, en teorías.
Explica que “la diferencia política más importante entre los países se refiere, no a su forma de gobierno, sino al grado de gobierno con que cuentan”(1). Para el asunto de la gobernabilidad establece una serie de variables correlacionales (comparaciones) que sustentan sus conceptos, inferencias en realidad dotadas de una sólida base estadística y de hechos (datos tomados de anales, de fuentes, de observaciones, de lecturas) que le permiten opinar con objetividad.
Al echar una mirada a la política norteamericana en relación con los países en desarrollo, alude que una razón de su indiferencia con el desarrollo político es la de que “en su experiencia histórica no existió la necesidad de establecer un orden político (…), nació con un gobierno importado de inglaterra el siglo XVII (2).
No debemos pasar por alto su concepto de autonomía, que “implica las relaciones entre las fuerzas sociales por una parte y las organizaciones políticas por la otra” (3), planteado al tratar el tema de la relación autonomía- subordinación, que es crucial para las mantener a buen ritmo las instituciones de un país by señala que “el propio desarrollo económico es un proceso sumamente desestabilizador y que los cambios necesarios para satisfacer aspiraciones en realidad conducen a exacerbarlas”(4).
Leído para interpretar mejor nuestros países, esta idea nos permite entender los problemas que conmueven no sólo nuestro escenario político, sino el de países que tradicionalmente aparecían como economías más fuertes (Venezuela, Brasil y más recientemente Argentina, por ejemplo).
Dice que: “…el propio desarrollo económico es un proceso sumamente desestabilizador
Y que los cambios necesarios para satisfacer aspiraciones de la sociedad en realidad conducen a exacerbarlos”. Otra vez premonitorio, Hutington. Es una especie de oráculo para América Latina.
Señala como otro de los problemas cruciales, el de la corrupción, que “es una desviación de la conducta de los funcionarios públicos que se aparta de las normas establecidas para ponerse al servicio de los intereses privados”(5). La corrupción prospera, señala, con la desorganización y podemos añadir que con la no existencia de partidos o con partidos y organizaciones debilitadas.
Mordaz, caústico, expresa que la presidencia “es el único aspecto superviviente, en el mundo contemporáneo, de la monarquía constitucional que otrora predominó en toda la Europa medieval”(6).
Al desarrollar sus hipótesis sobre la modernización, nos dice que para encararla con éxito “un sistema político tiene que estar ante todo en condiciones de innovar la política, es decir, de promover la reforma social y económica por medio de la acción estatal”(7), ya que la modernización implica cambios en la distribución del poder.
Estos cambios tienen como protagonistas a las organizaciones sociales, a las instituciones políticas, a los partidos políticos, pero “los modernizadores las necesitan, pero a menudo no los quieren”(8).
Pese al tiempo transcurrido desde su primera aparición y de la primera edición, el texto es vigente, actual, necesario, indispensable para quienes desean escudriñar al interior de nuestras sociedades y a quienes tienen funciones de dirección social.

El Baudolino de Eco

1

Humberto Eco, con Baudolino, ha retornado a su veta original, la que le hizo concebir una historia que conjugaba la miseria y la gloria del hombre: “En nombre de la rosa”, novela escrita para el lector, pensando en el lector, esquema que rompió en las dos siguientes, El Péndulo de Focault, densa, llena puntos de quiebre, y la Isla del día de antes, que no alcanza en su tramo final la fuerza de sus inicios.
Baudolino es un pícaro embustero que hace recordar a nuestro hispano Lazarillo, lleno de trampas, embustes y artificios para sobrevivir. Pero en el Lazarillo las triquiñuelas son para salvar el pellejo, aquí son, además, materia que construirá la verdad. Esas mentiras que Baudolino perpetra dan a la obra el sustento, porque cruzan el lindero de la realidad, no existe una línea divisoria entre la realidad y la fantasía cuando las cuenta, porque luego puede recorrer el camino que inventaba y hablar con los personajes que imagina.
La novela se localiza en el bajo Piamonte, que en el devenir de la historia se convertirá en Alejandría. Allí también su lengua tropical cautivará al rey, su señor, Federico Barbarroja.

El delgado hilo de la historia

Se trata de una novela lineal, que comienza con Nicetas Coniates leyendo un pergamino en el que Baudolino le cuenta- sería mejor decir ¿le inventa? su historia. El pergamino esta escrito en un idioma inventado por Eco, pero con seguridad producto de su gran dominio de semiótica y de estética medieval, además de los productos que quedaron en el tintero cuando escribió su ópera prima novelística.
A partir de ese ejercicio lúdico y racional, Baudolino aparece en seguros trazos delineados a lo largo de la historia que cuenta a Nicetas.
Ese ejercicio de Eco, sin embargo, es el primer ejercicio de Baudolino a los catorce años. El propio Baudolino dice de sí:”Tenía, creo yo, catorce años, y todavía era una criatura del bosque”.
Baudolino acababa de salvar a Nicetas, sacándolo de Constantinopla en plena invasión, por un camino secreto y es en ese momento que le cuenta la primera de sus mentiras y sobre la que gira todo el argumento: la huída del reino del Preste Juan. Este hombre de rostro sarraceno quemado por el sol y que muestra una larga cicatriz, cuando cuenta su historia tenía ya más de sesenta años, hablaba varios idiomas además del inventado y él mismo se encarga de decir que eran producto de un don, pues le bastaba escuchar una conversación en cualquier lengua para aprenderla de inmediato.

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La novela está encerrada en el lapso de la invasión de los bárbaros a Constantinopla (se inició el 14 de abril de 1204 según nuestro calendario y del año 6712 en el de Bizancio, que señalaba “el principio del mundo”). Novela de aventuras, está salpicada de historias interesantes, como las de las novelas de caballeros. Federico Barbarroja lo convierte en su hijo adoptivo, pero Baudolino se enamora de Beatriz, su esposa, es decir de su propia madre lo que lo llena de tribulaciones morales de las que no puede desprenderse. Sin embargo dos amores, el de Abscacia que dura poco y el de Hipatia, que le da un hijo lo hacen vivir las mieles del sentimiento. Pero hay también una miel verde, droga natural que el consume y hace consumir y que le permiten a Baudalino -y a Eco- sortear bien esos ditirambos entre fantasía y realidad.
A lo largo de la novela se le aparece San Baudolino, del que toma el nombre, cruza el paraíso terrenal, encuentra el cadáver de los reyes magos, tiene un Santo Grial en sus manos y es en el que su propio padre bebía vino.
Pero hay más. Se encuentra con sus progenitores, salva al rey Federico, es traicionado por Zósimo que huye robándole su tesoro, a quien el cuenta su historia, consigue en la batalla final las sábanas con el rostro de Cristo y un gran final que convierte a esta historia en línea en una historia circular, el encuentro con Zósimo, ciego, y el develamiento del crimen de su segundo padre, Federico, a quien el poeta mató.
Se trata de una obra sólida, mezcla de novela de caballería, policial, histórica, de aventuras. Hay de todo en ella, pero sobre todo nos trae al Humberto Eco fresco, vital que deseábamos leer.