sábado, 18 de julio de 2009

El universo de Paul Auster

A lo largo de treinta años, Paul Auster ha ido creando un peculiar universo literario en el que explora la mente humana, la soledad, la violencia –sicológica y la otra-, la búsqueda de la felicidad y la incertidumbre, los fracasos y los tumbos que nos acompañan y de los que debemos levantarnos. Ajeno a la narración fácil y a la literatura light que está tan de moda, Auster no requiere del escándalo ni de la pornografía encubierta para haberr alcanzado el lugar que ocupa en la narrativa contemporánea.
En “El país de las últimas cosas, Anna Blume detalla, en una carta a su novio, lo que le ocurre en una ciudad innominada. Ella ha ido a ese lugar para ubicar a William, su hermano y lo que descubre es un lugaren el que lo único que puede esperarse es la muerte: clínicas para eutanasia, clubes para el asesinato, competencias atléticas degradantes en las que el triunfo se araña con la muerte.
Las casas y las cosas desaparecen en este mundo de paranoia en el que los seres humanos están tan delgados que el viento se los lleva y la vida es tan, pero tan dura, que los niños se niegan a nacer y los negocios florecientes giran alrededor de la muerte y hay desde camiones organizados para recoger diariamente cadáveres hasta comercio de mierda
Anna encuentra una carta en la que su hermano lamenta haberse ido. En ese país, territorio del infierno de Dante, su hermaqno simplemente se perdió, según aseguraba su jefe del periódico en el que laboraba, Bogat.
El viaje por los meandros de la muerte lleva a un cuaderno que aparece en otros escritos de Auster, el cuaderno rojo, sobre el que, incluso existe una novela corta homónima.Anna encuentra ese cuaderno que le da algunos indicios sobre su hermano y sobre el país de las últimas cosas, pero acaba en un final abierto nada esperanzador:
“Esta es Anna Blume, tu vieja amiga, desde otro mundo. Una vez que lleguemos a nuestro destino intentaré volver a escribirte, te lo prometo”.
“La invención de la soledad”, Auster es un texto autobiográfico en el que el tema central es la muerte de su padre, de allí que sea necrológico, une especie de obituario en el que reflexiona pero que contradictoriamente esté lleno de vida. Se localiuza temporalmente en 1959y gira alrededor de la casa de su papá,, de arquitecturas maciza, vieja, de estilo Tudor, territorio propício para un hombvre de rutinas, como él era.
El texto explica la relación traumática con su padre, al que buscó siempre dentro de su alma y sólo recibió frialdad e impostaciones, pero concluye cuando halla finalmente razones por las que su propio padre fue así, como él no será y eso se lo anuncia su relación con su propio hijo.
El ritmo es intenso y Auster, como en toda su obra, apela al impulso que le dicta la razón y toca temas sin tremendismo. Creo que algo tiene que ver en obras como “La virgen de los sicarios” y “El desbarrancadero, De Fernando Ballejos y en Rosario Tijeras, de Jorge Franco Ramos, por lo menos en la temática y en la búsqueda de semilla para su territorio literario.
“El Palacio de la Luna”, Marco Stanley Fogg explora la relación con su tío Víctor, clarinetista y excéntrico, lo que le permite encarar el trabajo que consigue con un pintor paralítico que le pide escribir una biografía que desea legar a su hijo. Así, incia su viaje hacia el Oeste y la luna lo acompaña como luz única, nocturna en su periplo. Auster, aquí, sigue dando la vuelta dentro de sí mismo.
“La música del azar” trae a un Auster menos caústico, más intenso y en territorio de aventuras. Ahora se trata de Jim Nashe, al que abandona su mujer y que es auxiliado por una mediana herencia que su padre le deja al morir y que le permitirá viajar por América.
Cuando el dinero se le está acabando, conoce a un inteligente y despilfarrador jugador de póquer que lo convence para invertir lo que le queda, unos diez mil dólares, en el juego.
Pero no se trata de cualquier juego. La partida será contra unos excéntricos millonarios, Bouvard y Pecuchet.
La novela, que se inicia como un relato de aventuras, tiene aquí una escisión interesante, porque recorre la sicología del jugador, como hiciera Dovstoievski. La casa en la que juegan se convierte en una prisión, pero tal vez la propia prisión es la que el jugador libra en su mente. Esa violencia que no es violencia aparece al final, cuando la velocidad, como la velocidad dedl juego, lo deja sin apuestas.

Paul Auster y su tríptico de Nueva York

Paul Auster es uno de los novelistas contemporáneos más sólidos y está dedicado, desde una perspectiva muy personal, a explorar la interioridad humana, con la misma intensidad que lo hicieron Franz Kafka en su tiempo y ahora José Saramago, por citar dos autores que han explorado el alma humana de modo singular.
La “Trilogía de Nueva York “ está compuesta por Ciudad de Cristal, Fantasmas y La habitación cerrada. Nueva Cork en realidad aparece tangencialmente citada. Tanto la ciudad como sus habitantes, pero el micromundo que Auster explora muestra muy bien que lo que le ocurre a un hombre o a una familia le puede estar ocurriendo a toda la ciudad, a toda la humanidad.
La ciudad de cristal es una alusión que caracteriza algo frágil, que puede romperse. Si se rompe el alma de un hombre puede quebrarse también la ciudad. La historia trata sobre Quinn, un poeta que ha quedado solo por el fallecimiento de su mujer y su hijo y se dedica ahora a escribir novelas policiales. Alguien lo llama repetidas veces creyendo que es el detective Paul Auster y el mismo Auster pasa de autor a personaje. Quinn asume la identidad de Auster y acepta una reunión con el poeta (que podría ser, otra vez, el propio Auster) y comienza la intrincada trama.
El inicio es fuerte, como debe comenzar una novela:”Todo empezó por un número equivocado, el teléfono sonó tres veces en mitad de la noche y la voz al otro lado preguntó por alguien que no era él”. De Nueva Cork expresa que es “un espacio inagotable, un laberinto de interminables pasos, pero que siempre le deja la sensación de estar perdido”. Cuando Quinn va a la cita se encuentra con Meter Stillman y Virginia, su mujer, con la que Auster se envuelve. Pero el propio hijo de Quinn se llamaba Meter, como una historia repetida en espejos. Auster, o Quinn debe ubicar al padre de Stillman. Lo espera en el Metro y llegan dos Stillman. Sigue a uno de ellos. Enrevesada pero interesante historia que acaba en un cuaderno rojo que aparece en alguna otra novela de Auster, con ese mismo título. El cuaderno rojo que halla al final es todo lo que queda de Stillman y de él mismo.
La segunda novela, “Fantasmas”, es más bien un juego detectivesco, con personajes difuminados, borrosos. Los personajes son Blanco, Azul y Negro. Los tres se entreveran cuando el señor Blanco le pide a Azul que siguiera a un hombre llamado Negro. Esta historia sostenida, entretenida y rocambolesca termina como empezó, en nada: “Porque ahora es el momento en que Azul se levanta de su silla, se pone el sombrero y sale por la puerta. Y a partir de ese momento no sabemos nada”.
La tercera novela, tal vez la más sólida, es “La habitación cerrada”. En ella Auster sigue el juego de las otras dos. El narrador y Fanshawe se conocen desde niños y son dos muy buenos amigos. Casi hermanos. Fanshawe desaparece y su mujer, Sophie, llama a Quinn para que lo ubique y le entrega unas maletas con notas de su marido.
Quin de mala gana las lleva, pero luego las lee y comienza su trabajo de editar la obra del amigo, lo que dará regalías importantes a la viuda. Pero en ese trabajo se enamora de Sophie y vive con ella, hasta que Fanshawe aparece. La novela es circular porque al culminar se emparenta con la primera.
Auster realiza un impecable trabajo literario con la alquimia sabia que tienen la buenas novelas: intensidad, desarrollo sostenido, personajes fuertes, bien delineados, espacios nítidos y un final contundente.

El orden político en las sociedades en cambio

En 1968, la Yale University Press, New Haven publicó,en en inglés y en los Estados Unidos, el libro Political Order in changing societies, bajo los auspicios del Center for Internacional Afaiirs, de la misma universidad de Harvard. Unos años más tarde, en 1972, apareció la primera edición en castellano con el sugestivo título de “El orden político en las sociedades en cambio”, que ha sido reeditado por Paidos con la presentación para la segunda edición de Oscar Oszlak.
Más conocido entre nosotros por “El choque de las civilizaciones” que adelantaba la sugerente y tremenda hipótesis de que las próximas guerras serían entre culturas y no entre naciones, Hutington esboza aquí un tema central: que la causa de inestabilidad política en los países en cambio (de la tradición a la modernidad) está determinada por la velocidad del cambio social y el ascenso de nuevos grupos en el escenario de nuestros países.
Hutington maneja de modo brillante cifras, hechos, estadística a la que muchos pueden acceder pese a ser por las normas que regulan el acceso a la información oficial en los Estados Unidos, pero que en su trabajo de científico social se transforman en hipótesis, en teorías.
Explica que “la diferencia política más importante entre los países se refiere, no a su forma de gobierno, sino al grado de gobierno con que cuentan”(1). Para el asunto de la gobernabilidad establece una serie de variables correlacionales (comparaciones) que sustentan sus conceptos, inferencias en realidad dotadas de una sólida base estadística y de hechos (datos tomados de anales, de fuentes, de observaciones, de lecturas) que le permiten opinar con objetividad.
Al echar una mirada a la política norteamericana en relación con los países en desarrollo, alude que una razón de su indiferencia con el desarrollo político es la de que “en su experiencia histórica no existió la necesidad de establecer un orden político (…), nació con un gobierno importado de inglaterra el siglo XVII (2).
No debemos pasar por alto su concepto de autonomía, que “implica las relaciones entre las fuerzas sociales por una parte y las organizaciones políticas por la otra” (3), planteado al tratar el tema de la relación autonomía- subordinación, que es crucial para las mantener a buen ritmo las instituciones de un país by señala que “el propio desarrollo económico es un proceso sumamente desestabilizador y que los cambios necesarios para satisfacer aspiraciones en realidad conducen a exacerbarlas”(4).
Leído para interpretar mejor nuestros países, esta idea nos permite entender los problemas que conmueven no sólo nuestro escenario político, sino el de países que tradicionalmente aparecían como economías más fuertes (Venezuela, Brasil y más recientemente Argentina, por ejemplo).
Dice que: “…el propio desarrollo económico es un proceso sumamente desestabilizador
Y que los cambios necesarios para satisfacer aspiraciones de la sociedad en realidad conducen a exacerbarlos”. Otra vez premonitorio, Hutington. Es una especie de oráculo para América Latina.
Señala como otro de los problemas cruciales, el de la corrupción, que “es una desviación de la conducta de los funcionarios públicos que se aparta de las normas establecidas para ponerse al servicio de los intereses privados”(5). La corrupción prospera, señala, con la desorganización y podemos añadir que con la no existencia de partidos o con partidos y organizaciones debilitadas.
Mordaz, caústico, expresa que la presidencia “es el único aspecto superviviente, en el mundo contemporáneo, de la monarquía constitucional que otrora predominó en toda la Europa medieval”(6).
Al desarrollar sus hipótesis sobre la modernización, nos dice que para encararla con éxito “un sistema político tiene que estar ante todo en condiciones de innovar la política, es decir, de promover la reforma social y económica por medio de la acción estatal”(7), ya que la modernización implica cambios en la distribución del poder.
Estos cambios tienen como protagonistas a las organizaciones sociales, a las instituciones políticas, a los partidos políticos, pero “los modernizadores las necesitan, pero a menudo no los quieren”(8).
Pese al tiempo transcurrido desde su primera aparición y de la primera edición, el texto es vigente, actual, necesario, indispensable para quienes desean escudriñar al interior de nuestras sociedades y a quienes tienen funciones de dirección social.

El Baudolino de Eco

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Humberto Eco, con Baudolino, ha retornado a su veta original, la que le hizo concebir una historia que conjugaba la miseria y la gloria del hombre: “En nombre de la rosa”, novela escrita para el lector, pensando en el lector, esquema que rompió en las dos siguientes, El Péndulo de Focault, densa, llena puntos de quiebre, y la Isla del día de antes, que no alcanza en su tramo final la fuerza de sus inicios.
Baudolino es un pícaro embustero que hace recordar a nuestro hispano Lazarillo, lleno de trampas, embustes y artificios para sobrevivir. Pero en el Lazarillo las triquiñuelas son para salvar el pellejo, aquí son, además, materia que construirá la verdad. Esas mentiras que Baudolino perpetra dan a la obra el sustento, porque cruzan el lindero de la realidad, no existe una línea divisoria entre la realidad y la fantasía cuando las cuenta, porque luego puede recorrer el camino que inventaba y hablar con los personajes que imagina.
La novela se localiza en el bajo Piamonte, que en el devenir de la historia se convertirá en Alejandría. Allí también su lengua tropical cautivará al rey, su señor, Federico Barbarroja.

El delgado hilo de la historia

Se trata de una novela lineal, que comienza con Nicetas Coniates leyendo un pergamino en el que Baudolino le cuenta- sería mejor decir ¿le inventa? su historia. El pergamino esta escrito en un idioma inventado por Eco, pero con seguridad producto de su gran dominio de semiótica y de estética medieval, además de los productos que quedaron en el tintero cuando escribió su ópera prima novelística.
A partir de ese ejercicio lúdico y racional, Baudolino aparece en seguros trazos delineados a lo largo de la historia que cuenta a Nicetas.
Ese ejercicio de Eco, sin embargo, es el primer ejercicio de Baudolino a los catorce años. El propio Baudolino dice de sí:”Tenía, creo yo, catorce años, y todavía era una criatura del bosque”.
Baudolino acababa de salvar a Nicetas, sacándolo de Constantinopla en plena invasión, por un camino secreto y es en ese momento que le cuenta la primera de sus mentiras y sobre la que gira todo el argumento: la huída del reino del Preste Juan. Este hombre de rostro sarraceno quemado por el sol y que muestra una larga cicatriz, cuando cuenta su historia tenía ya más de sesenta años, hablaba varios idiomas además del inventado y él mismo se encarga de decir que eran producto de un don, pues le bastaba escuchar una conversación en cualquier lengua para aprenderla de inmediato.

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La novela está encerrada en el lapso de la invasión de los bárbaros a Constantinopla (se inició el 14 de abril de 1204 según nuestro calendario y del año 6712 en el de Bizancio, que señalaba “el principio del mundo”). Novela de aventuras, está salpicada de historias interesantes, como las de las novelas de caballeros. Federico Barbarroja lo convierte en su hijo adoptivo, pero Baudolino se enamora de Beatriz, su esposa, es decir de su propia madre lo que lo llena de tribulaciones morales de las que no puede desprenderse. Sin embargo dos amores, el de Abscacia que dura poco y el de Hipatia, que le da un hijo lo hacen vivir las mieles del sentimiento. Pero hay también una miel verde, droga natural que el consume y hace consumir y que le permiten a Baudalino -y a Eco- sortear bien esos ditirambos entre fantasía y realidad.
A lo largo de la novela se le aparece San Baudolino, del que toma el nombre, cruza el paraíso terrenal, encuentra el cadáver de los reyes magos, tiene un Santo Grial en sus manos y es en el que su propio padre bebía vino.
Pero hay más. Se encuentra con sus progenitores, salva al rey Federico, es traicionado por Zósimo que huye robándole su tesoro, a quien el cuenta su historia, consigue en la batalla final las sábanas con el rostro de Cristo y un gran final que convierte a esta historia en línea en una historia circular, el encuentro con Zósimo, ciego, y el develamiento del crimen de su segundo padre, Federico, a quien el poeta mató.
Se trata de una obra sólida, mezcla de novela de caballería, policial, histórica, de aventuras. Hay de todo en ella, pero sobre todo nos trae al Humberto Eco fresco, vital que deseábamos leer.